martes, 3 de diciembre de 2013

"Sigue siendo dorado, por favor"

Aprovechando la iniciativa del profesor de dedicarle un espacio a compartir aquellos libros que nos hayan gustado o marcado cuando los leímos, me gustaría recomendar Rebeldes, una novela que la escritora estadounidense Susan E. Hinton publicó cuando tan solo tenía 17 años. Nada más se lanzó esta propuesta en clase el primer libro que me vino a la cabeza fue este, y eso que hace más de cuatro años que me lo releí (si, ya me lo había leído años antes, pero un día buscando en la biblioteca de casa allá por el 2009, me volví a tropezar con él y no pude resistir la tentación de volver a leérmelo).

El libro narra la historia en primera persona de un chico de quince años que pertenece a una banda callejera llamada los Greasers, la cual reúne a chicos pobres que viven al límite de la legalidad. El protagonista, Ponyboy es huérfano, pues sus padres fallecieron en un accidente automovilístico, y vive con sus hermanos. Una noche después de salir del cine, él y su amigo Johnny conocen a un par de chicas de la banda rival, los socs (adolescentes adinerados y consentidos por sus padres), lo cual sin ellos saberlo les va a acarrear bastantes problemas, pues ambas tienen novios que no consentirían que su chica hablase con un Greaser. Esa noche Ponyboy discute con su hermano mayor, el cual cumple la función protectora de aquella figura paterna que les falta, y el joven huye de casa con su amigo. 
Durante esa noche, los socs les asaltan e intentan ahogar a Pony en una fuente y para defender a su amigo, Johnny saca una navaja y hiere mortalmente al joven rival. Para evitar problemas con la justicia se escapan al campo y se refugian en una iglesia abandonada. Allí, los dos jóvenes refuerzan su amistad debido a la cantidad de horas al día que comparten juntos. 
Pero un día, un suceso cambiará el curso de la historia y será el responsable del trágico final de la novela (no desvelaré de qué se trata por si a alguien le interesa el libro).
Esta novela esta cargada de emociones, pues el mundo de la violencia callejera entre bandas y la necesidad de sobrevivir dentro de ellas sigue siendo parte, aunque ya no tan intensa, de nuestra vida. Además, muestra como base de la novela la necesidad de Ponyboy de no dejarse llevar por ese estilo de vida y seguir siendo el niño con el corazón noble y responsable que luchará por salir del mundo de la calle gracias a los estudios, aunque esto no le resulte muy sencillo. Así se lo hace saber su amigo Johnny con la siguiente frase: "Sigue siendo dorado, por favor"

Metiéndome de lleno en los sentimientos que este libro despertó en mi, destacaría el valor de la amistad, como dos personas son capaces de crear ese vínculo tan especial que nos hace sentir hacia la otra persona un grado de afecto, de cariño, saber que puedes encontrar en el otro un apoyo incondicional, alguien que estará contigo a tu lado pase lo que pase y que, sin ser de tu familia, sientes como si lo fuera. Cuando un amigo falta debe de sentirse un vacío en nuestro corazón, un espacio que solo estaba reservado para aquella persona y que resulta difícil de volver a rellenar, y la verdad no creo que se pueda, nos acompañará desde donde quiera que esté el resto de nuestra vida. Hablo del desconocimiento, pues tengo la suerte de no haber experimentado esa sensación nunca pero según lo leído me puedo llegar a imaginar que debe ser algo parecido. 
También cabe destacar la simbología que se le otorga a los atardeceres. Para el protagonista de esta historia los atardeceres eran los momentos del día en el que se sentía en conexión con sus hermanos, amigos, etc., pues desde cualquier punto de la ciudad compartirían ese mismo atardecer. Y no se si fue por esta novela, o quizás por haber nacido en una ciudad tan bonita como es Marbella, los atardeceres siempre me han parecido fascinantes. Y puede parecer muy cursi, pero creo que es uno de los momentos del día que más magia tiene. La intensidad con el que el sol se aferra a esos últimos minutos de luz que tiene para darnos, el color que el cielo refleja como si estuviera en llamas, y la fugacidad con la que pasa el tiempo cuando observas un atardecer son aquellas cosas que nos hacen admirar esta belleza de la naturaleza. Para mi representan el paso del tiempo sin que nosotros podamos hacer nada más que disfrutar de él. 
Si, soy una enamorada de la caída diaria del sol, y es de las cosas que más echo de menos de mi ciudad, pues en otoño todas las tardes sobre las 18:30 mi mundo se para para contemplar como tras el mar o las montañas el sol se esconde. Aquí en Madrid lo tengo un poco más complicado.

En resumidas cuentas, Rebeldes es un libro corto y fácil de leer ya que no cuenta con un vocabulario denso, sino todo lo contrario, bastante coloquial. Muy recomendable para todos los públicos, aunque pienso que yo me lo leí en la edad clave, los 15 ó 16 años, pues la edad de los personajes es prácticamente la misma y los sentimientos y las vivencias que exponen pueden hacer que te metas de lleno en la obra y que puedas, incluso, sentirte identificado con alguno de los chicos. Aun así, se que pronto me lo volveré a leer para experimentar nuevas sensaciones y revivir aquellos momentos que pasé disfrutando de su lectura.



















Os dejo aquí una foto del atardecer de ayer en Marbella, disfrutadla.


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